Azimuth-51

28 / JUN. 2025 /Perspectiva actual Una historia de entrega, cercanía y vocación de servicio D urante más de veinte años, doña Marjorie Ruiz Moragafue una figu- ra esencial en la atención y acom- pañamiento de los profesionales del Colegio de Ingenieros Topógrafos. Su paso por la institución no solo dejó recuerdos entraña- bles, sino también enseñanzas profundas sobre cómo servir con calidez, respeto y entrega ge- nuina. En conversación con la Revista AZIMU- TH, compartió anécdotas, reflexiones y mo- mentos clave que definieron su vida profesional al lado del gremio topográfico. Aunque su formación académica fue en mercadeo, su trayectoria tomó un giro inesperado cuando in- gresó al CFIA y posteriormente al Colegio de Topó- grafos, donde encontró no solo un espacio de traba- jo, sino una comunidad que la hizo sentir parte de algo más grande. Desde aquellos primeros días en una oficina modesta con tres pantallas y una impre- sora de cinta, hasta los años en que lideró un equipo consolidado en instalaciones modernas, su labor es- tuvo marcada por la empatía, el respeto y el deseo de facilitarle el trabajo a cada agremiado. “Yo quería que salieran con su problema resuelto”, recuerda con emoción. Y ese principio guió todas sus decisiones: desde la implementación de sistemas para reducir filas y agilizar trámites, hasta la forma- ción de equipos donde imperaba el trato humano y el sentido de colaboración. Fue gestora, capacita- dora, facilitadora y, sobre todo, una figura cercana. Cada día atendía a decenas de topógrafos con la misma disposición, sin distinguir jerarquías ni apa- riencias. Para ella, todos merecían el mismo trato digno, desde el más joven recién incorporado hasta el profesional de campo que llegaba con botas des- pués de una larga jornada. En su relato, se nota el profundo cariño que desa- rrolló por el gremio, así como el aprendizaje mutuo. “Yo crecí con ellos”, dice con convicción, y se refiere tanto al crecimiento profesional como al personal. Aprendió sobre planos, catastros, tomos, sistemas de información y flujos de trabajo, no porque su pues- to lo exigiera, sino porque entendía que entre más supiera, mejor podía servir. Su interés por mejorar fue tal que incluso consideró estudiar formalmente topografía, motivada por el respeto y la cercanía que tenía con los profesionales. El compañerismo también marcó su paso por el Colegio. Formó equipos donde no había jefaturas autoritarias, sino un ambiente de colaboración ho- rizontal. Capacitó ingenieras jóvenes, promovió el buen trato entre compañeros y fortaleció vínculos que, hasta hoy, se mantienen. Recibe mensajes, lla- madas y saludos constantes, no por nostalgia, sino porque su presencia sigue siendo parte viva del Cole- gio. “Me decían que era como una mamá”, comenta entre risas, recordando con cariño a las compañeras que aún le escriben para felicitarla en su cumpleaños o contarle cómo van sus vidas. En cada detalle de su historia hay una lección sobre el valor del servicio: sobre estar atentos, resolver con calidez y crear un entorno en el que las personas se sientan vistas, escuchadas y respetadas. Para ella, el Colegio fue su casa, y los topógrafos, su gente. Por eso, al hablar de lo que más la transformó, no duda en decir que fue la oportunidad de crecer junto a los agremiados, aprender de ellos y sentir que su trabajo tenía un impacto real en la vida de otros. Doña Marjorie sigue siendo parte de esa comuni- dad, no como un recuerdo, sino como una presencia querida y respetada. Su historia es un ejemplo de cómo la vocación de servicio puede marcar profun- damente a una institución y a quienes la integran. Click sobre la imagen para ver la entrevista completa

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